BIOGRAFÍA
Átomo soy que el huracán arrastra ,
sombra que por la tierra va perdida
y quiere remontarse hasta vosotras.
RAFAELA MARÍA DE LA CONCEPCIÓN DE LA TRINIDAD ESTEVARENA GALLARDO, más conocida con el nombre de CONCEPCIÓN DE ESTEVARENA, nació en Sevilla el 10 de enero de 1854 en el nº 21 de la calle Siete Revueltas.
Hija de una familia modesta su corta vida estuvo marcada por la fatalidad. Huérfana de madre antes de los dos años y de padre a los veintiuno, contrajo tubérculosis que le llevaría a la tumba con apenas veintidós.
Concepción, de salud frágil, se ve atraída por la lectura y empieza a contactar con los círculos literarios de la ciudad, fundamentalmente la casa de
José de Velilla, donde se celebran tertulias literarias.
A pesar de su juventud y en contra de su padre, un hombre mayor y de mentalidad muy tradicional que le prohibía escribir poesía, escribió poemas en la misma línea del romanticismo que desarrolló Gustavo A. Bécquer, Rosalía de Castro y Carolina Coronado. Los datos que se conservan de su vida proceden casi en exclusiva del “Prólogo” escrito por su amigo José de Velilla en la edición póstuma de su obra “Últimas Flores”.
Ahí, José de Velilla afirma que el padre de Estevarena, le prohibía escribir así pues en su ausencia escribía los poemas en las paredes, los memorizaba y luego los borraba. La tertulia de la familia Velilla, en la calle de Manteros de Sevilla, fue sin duda un espacio de libertad creativa, donde conoció a lo más granado de la joven intelectualidad de la época, entre otros a
Luis Montoto .
La escasez económica en que vivía obligó a Concepción a pedir limosna para enterrar a su padre tras su muerte en 1875 y a perder la casa en la que vivían para saldar las deudas.Sin hermanos ni parientes fue acogida en casa de los Velilla, hasta que un canónigo, su primo Juan Nepomuceno Escacena, residente en Jaca se hizo cargo de ella, ya bastante enferma de tuberculosis. Pasó un tiempo en el balneario de Panticosa, en la provincia de Huesca, pero la enfermedad pudo más y Concepción falleció en Jaca el 10 de septiembre de 1876.
La amistad entre Concepción de Estevarena y Mercedes de Velilla la manifiesta no solo el prologuista de “Últimas Flores”, sino también Montoto en el prólogo de la edición póstuma de la obra de la Velilla en 1918. Y así lo describe:
“Un día, su compañera inseparable, la ardiente poetisa Concepción de Estevarena, por brutal despojo de la muerte, partió a tierras remotas en busca del techo hospitalario y del pan que le ofrecían unos parientes lejanos. Algo del corazón de Mercedes partió con la gentil cantora. La despedida fue eterna. Concepción de Estevarena, todo calor, todo entusiasmo, murió luego, privada de la visión del cielo de Sevilla, herida por los fríos del Norte, consumida entre las nieves perpetuas”.
Concepción de Estevarena no publicó en vida ningún poemario, aunque se calcula en 100 poemas su producción, dejando tan solo esporádicas colaboraciones en las revistas de la época como por ejemplo en "La Esfera" de Madrid, donde publica "Pasado y Porvenir" (1873), e incluso leyendo en actos públicos algunos de sus poemas.
Concepción prodigio de adelantamiento y madurez, firma composiciones en Sevilla cuando tiene diecinueve años y en Jaca lo hará en diez de las del libro impreso, desde diciembre de 1875 a mayo de 1876. En su temática está casi ausente, o del todo, incomprensible en aquella sensible juventud, el tema amoroso. Y, en cambio, se halla fuertemente presente, explicado por la enfermedad tuberculosa, la idea de la fugacidad vital y de la muerte.
Tras su fallecimiento, en la tertulia de la Baronesa de las Cortes en Madrid, se leyeron poemas de Estevarena, interpretando Isaac Albéniz algunas piezas en su memoria (diario madrileño “La Época” del ocho de noviembre de 1876). De aquella tertulia salió la iniciativa de la publicación de su obra. hermanos José y Mercedes de Velilla, promoverán la edición póstuma de su obra, junto con una “Corona Poética” en la que colaborarán poetas de toda España, como por ejemplo Susana Lacasa, Juan Antonio Cavestany, José Lamarque de Novoa , junto a personas que la apreciaron en gran manera, como la propia madre de los hermanos Velilla, Dolores Rodríguez de Velilla.
Será finalmente José de Velilla, quien lleve a buen término esta iniciativa y en su prólogo fue muy crítico con la indiferencia de la ciudad para con la poeta. Así, escribió:
“Mas, ¿Qué importa, oh amiga mía, que tu nombre, ya esclarecido, no figure en la “Historia de la escuela poética sevillana en los siglos XVIII y XIX”; que importa que Sevilla, esta ciudad ilustre, tan querida por sus hijos, como para ellos ingrata, y olvidadiza de sus glorias, apenas guarde un leve recuerdo de tu paso? Siempre es mayor la gloria, aunque pequeña, alcanzada con el propio esfuerzo, que la obtenida por medio de interes da lisonja y de complaciente adulación: a ti sola debes tu fama, que es hija de tus obras y merecimientos”.
Aún hoy en día (2008) Sevilla no ha distinguido a Estevarena nombrando ningún edificio ni vía pública con su nombre.
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A Concepción Estevarena
Inmenso afán tu corazón sentía
y el mismo afán mi pecho alimentaba;
la misma juventud nos sonreía
y un sentimiento igual nos acercaba.
Me mirabas no más, y eran tus ojos
abierto libro, donde yo leía
tus luchas, tus enojos;
y tú, a través de mi aparente calma,
descifrabas también, con noble aliento,
los eternos combates de mi alma,
las dudas de un rebelde pensamiento.
(Mercedes de Velilla)