BIOGRAFÍA
¡Está el dolor donde mi planta fijo!
MERCEDES DE VELILLA y RODRÍGUEZ fue una mujer poco común en su época, nació en la antigua y céntrica calle sevillana de los Manteros, hoy del General Polavieja, el 24 de septiembre de 1852, siendo hija del procurador José de Velilla y Pons, de ascendencia navarra, y de María de los Dolores Rodríguez, y hermana del gran poeta y dramaturgo José de Velilla. Fue a la sombra de la Giralda donde Mercedes comenzó a sentir la llamada de la poesía.
Vivió en un hogar tan modesto como honrado, en el amor de unos padres que tienen puestas en sus hijos todas sus complacencias; el cariño de un hermano, compañero y maestro; la íntima comunicación con la amiga entrañable, copartícipe de gustos y aficiones; el trato de poetas y artistas. Era su casa, su casita de la calle de Manteros el punto de reunión de los jóvenes que amaban las letras y las cultivaban en Sevilla.
En 1873 se publica Ráfagas el primer poemario. En 1872 había ganado el premio de honor en la Exposición Bético-extremeña y en 1876 se hizo con el primer premio en el concurso organizado por la Real Academia de Buenas Letras. Ese mismo año había cosechado un gran éxito de público con la obra teatral El vencedor de sí mismo, que escribió no por la influencia de su hermano sino por la de un amigo de éste el actor Pedro Delgado que representaba las obras de su amigo y era asiduo en las tertulias de la calle Manteros.
La muerte de su gran amiga la poeta Concepción de Estevarena en 1876 fue un hecho muy doloroso para ella, la muerte de su padre en 1877 fue la primera de una larga serie de pérdidas familiares: la muerte de su madre, la enfermedad de su hermana y la muerte del hermano en 1904. Tampoco en cuestiones de amor fue afortunada. A la muerte de su padre y hermano José de Velilla, se traslada a Camas, donde murió un 12 de Agosto de 1918.
"Murió como vivió. ¡Siempre humilde! ¡Siempre modesta! ¡Siempre dolorosa! Pero no le faltó en sus últimos momentos un rescoldo de las brasas de su hogar: el cariño de la hermana que le cerró los ojos, y el afecto de los amigos que la acompañaron hasta su última morada. Sevilla, que no la abandonó, recoge el pie de su tumba sus últimas flores -¡flores del corazón y del pensamiento!- y las exhibe en este libro, como en búcaro gentil, para deleite de las almas privilegiadas".
(Luis Montoto).
La musa del dolor, huésped asiduo de su casa y de su vida, inspiró el mayor número de sus composiciones poéticas. En sus versos hay los latidos de un corazón apenado, las ansias de un alma cautiva y las señales de muchas lágrimas, pero también cantó a la Libertad, al Arte y a los Príncipes de la Poesía, y tuvo acentos para condenar las injusticias del mundo
Como era habitual en esos tiempos la poesía de Mercedes, como la de tantas otras autoras, cayó en el olvido, pese a su importancia.