ROMANCE

Socorred ya, Señor mío,
el fuego de mis entrañas,
que el alma cuando os recibe
parece que ya se abrasa.
Es el fuego tan inmenso
que quiere abrasar el alma,
que afectos de Dios unido
le causan divinas llamas.
Mas el alma como niña
que la regalan y acallan,
en lugar de alegres risas,
se convierte en vivas aguas.
Mas, ¡cómo siente consuelo
en verse encender el alma
con los regalos dichosos
en cuyas llamas se abrasa!
Son los regalos de Dios
llamas que encienden el alma,
con las cuales se aligeran
los afectos de esperanza.
Y espera que ha de gozar
el alma en la eterna Patria
de la presencia de Dios,
sin jamás desear nada.
Y cuando el alma suspira,
no es de pena ni enojada,
sino por verse tan rica
en las gustosas moradas.
Que el alma cuando contempla,
luego el Esposo la llama
y la lleva a sus retretes
donde el alma está abrasada.
Amorosas quejas tiene
que acaban de descargarla,
para que juntos los dos
en vivas llamas se ardan.
Alegres ojos míos,
mira, no tarda,
que en fuego divino
se abrasa el alma.