A LA LIMA Y AL LIMÓN (Canción)


                                
La vecinita de enfrente no, no,
no tiene los ojos grandes,
ni tiene el talle de espiga, no, no,
ni son su labios de sangre.
Nadie se acerca a su reja...
nadie llama en sus cristales...
que sólo el viento de noche
es quien le ronda la calle.
Y los niños cantan
a la rueda, rueda,
esta triste copla
que el viento le lleva.

A la lima y al limón,
tú no tienes quien te quiera.
A la lima y al limón
te vas a quedar soltera.
¡Qué penita y que dolor!
¡Qué penita y que dolor!
La vecinita de enfrente
soltera se quedó,
solterita se quedó.

¡A la lima y al limón!

La vecinita de enfrente, no, no,
nunca pierde la esperanza.
Y espera de noche y día, sí, sí,
aquel amor que no pasa.
Se han casado sus amigas,
se han casado sus hermanas
y ella compuesta y sin novio
se ha quedado en la ventana.

Y otros niños cantan
a la rueda, rueda,
el mismo estribillo
que el viento le lleva.

A la lima y al limón,
tú no tienes quien te quiera.
A la lima y al limón
te vas a quedar soltera.
¡Qué penita y que dolor!
¡Qué penita y que dolor!
La vecinita de enfrente
soltera se quedó,
solterita se quedó.

¡A la lima y al limón!

La vecinita de enfrente sí, sí,
a los treinta se ha casado,
con un señor de cincuenta, sí, sí,
que dicen que es magistrado.
Lo luce por los paseos,
lo luce por los teatros
y va siempre por la calle
cogidita de su brazo.

Y con ironía
siempre tararea
el mismo estribillo
de la rueda, rueda.
  
A la lima y al limón,
que ya tengo quien me quiera.
A la lima y al limón,
que no me quedé soltera.
Ya mi pena se acabó.
Ya mi pena se acabó,
que un hombre llamó a mi puerta
y le di mi corazón,
y conmigo se casó.

¡A la lima y al limón!