AMOR CORTÉS

¡Ojalá pudiera saber yo quién era ella, y cómo vino la noche!
¿Era el rostro del sol, o la cara de la luna?
¿Fue una ilusión de la mente, manifestada por su misma actividad febril,
o una imagen del espíritu revelada por el pensamiento?
¿O una imagen, representada en el alma,
por mi misma esperanza y deseo, que la vista creyó percibir?
¿O más bien nada de todo eso, sino que fue,
en cambio, un acontecimiento producido por el destino como causa de mi muerte?