CASIDA AMOROSA

Bebimos,
cuando los párpados de la noche
se lavaban el negro antimonio
con el rocío de la aurora
y era suave la brisa,
un vino añejo como el oro,
de color puro y delicado el cuerpo.

Llega a ti el ruiseñor
cantando con voz dulce;
su canto alarga con sus melodías
como las cantoras de la Medina,
y me mueve como si me llevase de la brida.
Cuando canta en las ramas,
as hojas son sus cuerdas.