NO LLAMARÉ A TUS PUERTAS...

No llamaré a tus puertas, aldaba de noviembre: 
el árbol de las venas bajo mi piel se pudre 
y una astilla de palo el corazón me horada.
 
Porque tú no estás, Blanca, tu costurero antiguo 
se olvida de los tules, y el Niño de Pasión 
va llenando de llanto el cristal de La Granja.

Tiene el regazo frío tu silla de caoba, 
tiene el mármol tu quieta dulzura persistida 
y bajo tu mirada una paloma tiembla. 

Perdidamente humana pude sentirme un día, 
pero un mundo de sombras desvaídas me llama 
y a un sueño interminable tu cama me convoca.