BIOGRAFÍA
ISABEL CHEIX MARTINEZ nació en Málaga el 18 de enero de 1839. Procedía de una familia acomodada, su padre era ingeniero de minas, que residió entre Almería, Málaga y Sevilla. Se educó en Almería y muy pronto se trasladó a Sevilla. Dedicó Isabel su juventud al cuidado de sus hermanos al quedar huérfana de madre a los 19 años, alternando desde entonces las tareas domésticas con sus aficiones literarias.
De pensamiento tradicional y conservador, se conoce que ofreció una conferencia en Sevilla con el sugerente título de “¿Debe o no ilustrarse la mujer?” y acorde con ello merece destacarse su pensamiento publicado en el diario malagueño El Ateneo en 1889: “Sólo comprendo la felicidad en la práctica de la virtud”.
Comenzó publicando sus poemas en la prensa local malagueña y participó en diversos concursos literarios ( en 1868 fue premiada con una cítara de oro y plata por su leyenda “El Caballero de Nápoles” en la Academia Bibliográfica Mariana de Lérida) y abordó todo tipo de géneros. La poesía lírica seguiría siendo el género más cultivado, aunque aparecería en los poemas un nuevo tema, el patriotismo, unido con frecuencia a una condena de la guerra y a un deseo ferviente de paz. También cultivó con esmero la temática religiosa y sería la única de su generación que abordaría el género biográfico, concretamente la hagiografía.
Cheix tocó todos los ámbitos literarios, como poeta se puede destacar también sus dos romances históricos: "La cruz del valle"; "Poesías Líricas" que escribió bajo el seudónimo de Martín Ávila.
Murió en Sevilla, el 6 de agosto de 1899.
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Alma sublime, de virtud modelo,
vida honesta, en el hogar honrada,
dulce cantora, por la fe inspirada,
fuiste, Isabel, en el mezquino suelo.
En pos dejando lágrimas y duelo,
tu espíritu estregaste, resignada,
y tu frente en la tierra laureada,
mejor corona ceñirá en el cielo.
Nos abandonas, por fatal destino
y en crespones se envuelve la poesía,
que engalanó tu númen peregrino.
¡Mi alma te llora y con dolor te envía,
al despedirte en el postrer camino,
un tristísimo adiós, hermana mía!
(Mercedes de Velilla Rodríguez)