ALEJANDRO SAWA
Alejandro Sawa , Poetas Andaluces en www.poetasandaluces.com

BIOGRAFÍA

El gran poeta bohemio nacido para el placer y el dolor.

ALEJANDRO SAWA MARTÍNEZ, nació en Sevilla el 15 de marzo de 1862 en una calle singularmente literaria, ya que en ella nacieron tres escritores: el propio Sawa, Manuel Machado y Rafael de León.

La familia Sawa, comerciantes que importaban vinos y productos ultramarinos de toda clase, procedía de Esmirna. Vivieron en Carmona desde en el número 1 de la calle de Flamencos 1842 a 1858, más tarde se establecieron en el número 26 de San Pedro Mártir, muy cerca de la Plaza del Museo. Calle que acogería los primeros juegos de Sawa.

Alejando, tras una primera vocación religiosa que le hizo ingresar en el seminario de Málaga, salió convertido en un exacerbado anticlerical. Estudiará Derecho en Granada durante el curso 1877-1878. Muy pronto demuestra su inquietud por la literatura. Con sólo quince años de edad funda una efímera publicación, "Ecos de juventud", que era una Revista Semanal de Literatura, Ciencias y Arte, donde figura como el principal redactor y colaborador de los cuatro primeros números. Seguidamente funda otra revista con su hermano Manuel, que titulará El Siglo XIX, Revista Decenal de Ciencias, Literatura y Artes.

A los diecisiete años se traslada a Madrid con la ilusión de abrirse camino en los ámbitos periodísticos. Tiene algunos contactos conseguidos desde Málaga y en la capital, sorprendidos por su precocidad artística, le prestan apoyo algunas figuras del mundillo literario madrileño, como Pedro Antonio de Alarcón, Ramón de Campoamor y José Zorrilla, quienes, como dijo Luis París, reconocen en él al aprendiz de poeta "capaz de dar la vida por una buena metáfora". En un Madrid "absurdo, brillante y hambriento" (Valle Inclán: Luces de Bohemia) por primera vez, vive la pobreza de la vida bohemia y marginal.

Viajó a París en 1889 atraído por la vida artística de la metrópoli. Allí viviría lo que siempre consideró sus "años dorados". Durante algún tiempo trabajó para la famosa casa editorial Garnier, que editaba un diccionario enciclopédico. En ese periodo tuvo ocasión de entablar amistad con los principales literatos franceses del Parnasianismo y el Simbolismo, aunque él fue un gran lector del romántico Víctor Hugo. Tradujo a los hermanos Goncourt y vivió entonces la etapa más feliz de su existencia. Se casó con una borgoñona, Jeanne Poirier. A partir de entonces Alejandro Sawa vuelve a ser el bohemio romántico de su juventud y el nacimiento de su hija Helena Rosa en 1892 es para él una experiencia sentimental tan profunda que le hace brotar hondos sentimientos de ternura. Desgraciadamente esos momentos coinciden con la aparición de sus primeros problemas de salud y dificultades económicas de sus siempre imprevisibles finanzas.

En 1896 regresó a España con su mujer y su hija y haciendo gestiones para conseguir trabajo en algún periódico de Málaga con la intención de trasladarse a la ciudad de su infancia. Fracasa en todos sus intentos. Al fin consigue establecerse en Madrid gracias a la ayuda de su hermano Miguel, después de pasar mil tribulaciones económicas. Se entrega de ese modo febrilmente al periodismo.

El siglo XX no pudo entrar de forma más dramática para Sawa. Su madre sufre un ataque de hemiplejia que la deja postrada en un sillón sin poder moverse y su padre, el viejo medio griego, fallece poco tiempo después. Por otro lado, la salud de Sawa cada día se resiente más y su economía continúa ruinosa. Se ha visto obligado a vender sus muebles y sus libros después de haber perdido todos sus objetos de valor en la casa de empeños.

La situación en la que vive inmersa la familia Sawa a lo largo de los últimos años de vida del escritor acabará obligando a Alejandro a 'vender' su pluma para poder obtener algún ingreso. Llegará a escribir una serie de artículos para ser publicados con la firma de Rubén Darío. Se trató de una serie de ocho colaboraciones para 'La Nación', de Buenos Aires, que vieron la luz entre la primavera y el otoño de 1905. Artículos, retocados por Darío antes de su publicación, que el nicaragüense no llegó a abonar nunca a Sawa.

El derrumbamiento físico y moral es progresivo. En 1906 pierde la visión sin que se conozca exactamente la causa. En febrero de 1909 el hombre que había escrito "prefiero el hambre al insomnio, porque prefiero la muerte a la locura" pierde definitivamente la razón y pervive aún unos días en estado delirante.

Antes de morir el 3 de marzo de 1909, loco y ciego, hundido en la miseria en su humilde casa de la calle del Conde Duque de Madrid, escribe: "Yo no hubiera querido nacer; pero me es insoportable morir.". Su entierro fue un entierro de tercera, en un coche de tercera – con dos caballos-y una sepultura temporal – de tercera-en el cementerio civil de la Almudena. Costó setenta pesetas, diez más que lo que cobraba por su colaboración en "El Liberal.

Lo que de verdad dio fama al príncipe de los poetas modernistas, fue su muerte, sin que le reconocieran nunca su originalidad.

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A Alejandro Sawa

Jamás hombre más nacido
para el placer, fue al dolor
más derecho.
Jamás ninguno ha caído
con facha de vencedor
tan deshecho.
Y es que él se daba a perder
como muchos a ganar.
Y su vida,
por la falta de querer
y sobra de regalar,
fue perdida.
Es el morir y olvidar
mejor que amar y vivir.
Y más mérito el dejar
que el conseguir.


(Manuel Machado)