CALIFA DE DIOS
¡Califa de Dios!
¡Ojalá el destino aumente tu gloria todo el tiempo que brille la luna en la oscuridad!
¡Ojalá la mano de la Providencia aleje de ti los peligros
que no podrían ser rechazados por la fuerza de los hombres!
En nuestras aflicciones tu aspecto es para nosotros la luna que disipa las tinieblas,
y, en las épocas de escasez, tu mano reemplaza a la lluvia y esparce la abundancia.
Sin tu auxilio, el pueblo andaluz no habría conservado ni habitación ni territorio.
En una palabra, este país no siente sino una necesidad: la protección de tu majestad.
Aquellas que han experimentado tus favores, jamás han sido ingratos; nunca han desconocido tus beneficios.
Ahora, cuando temen por su existencia, me han enviado a ti y esperan.