AHORA QUE AMANECES
LO SÉ, no te gusta que escudriñe tu rostro
mientras duermes. Puedo explicarlo:
no es sensato perder la ocasión
de amarte un poco más, mirar calladamente, sí,
y ver la pequeña cicatriz que ocultas con maquillaje.
Andar el camino que proponen tus párpados
-¿dónde estarán tus sueños?-
y asombrarme porque tu respiración
marca el ritmo de mi pulso.

En tu boca entreabierta navegan los besos,
ahora que amaneces y pronto habrá que despertar
y volver a la absurda rutina.

Poner la cafetera y correr y correr
para atrapar tantos trenes sin destino.

Y sumergirnos en las calles indiferentes,
donde hay tantos tristes otoños,
tantos inviernos suicidas, julios ingratos
y tan pocas primaveras.