RIAD MEHDI
QUÉ hacer después
del abandono,
sino robar hogueras,
buscar al poeta,
mendigar la humedad de otra orilla.

Y encontrar un amor de aire,
el miedo a no ser nada,
y, a veces, el silencio que se impone
y deja sin sentido los suspiros
embriagados por la última lluvia.

Entonces la luz se proyecta sin vida
y destruye la escena:
dos cuerpos en puro vaho,
Riad Mehdi, habitación 404.
Marrakech

Había allí un mirador,
-lo recuerdo-
por donde pasaba el mundo.

El murmullo de una ciudad
hermosa e ideal
que marchó y ya no vuelve.

Nunca sabremos por qué,
a nuestro pesar,
persiste la memoria.

Por qué la soledad
es una fiebre en nuestra piel
que nos envuelve
y nos deja el paladar
pegado a lo salobre.