A MÁLAGA
Único bien que me otorgó la suerte
fue en tu regazo ver la luz primera,
sentirme de tu mar en la ribera
casi cegado por tu luz al verte.


Rinde la lucha el corazón más fuerte
al huir la riente primavera,
y del dolor la dentellada fiera
quedó, al sentir, mi corazón inerte.


Me hirió el dolor con indomable encono,
y hastiado de sufrir solo ambiciono
dar ya fin para siempre a mi camino


del zafir de tu cielo a los fulgores,
bajo el chal irisado de tus flores,
cabe las ondas de tu mar latino.

ARTURO REYES

(Béticas, 1910)