T.S.H.

Las ciudades ubicuas, esta noche, al oído,
cambian ramos de patrias con azules aromas...
Ya la fábula insomne de tu voz ha surgido
y luceros y estrellas ponen puntos y comas.

¡Palomar de la onda! ¡Mi oído es como un nido
izado a la esperanza!... Y he aquí las palomas,
que han llegado a los altos cimbeles del sonido
adornadas con lazos de todos los idiomas.

La educada distancia jovial nos da la mano
y ya el mundo, oh amiga universal, es tan llano
que se percibe el tibio color de tu mirada,

a través del viajero corazón de tu acento,
tan dulce que esta noche se despluma en el viento
para mullir de claros desvelos mi almohada.