BARTOLOMÉ MORÓN

Las sondas de tus ojos, en sueños verticales,
sobre los fondos últimos que la mina dilata,
hurtando lunas frías y conchas siderales,
a la alta veta rubia, de los labios de plata.

Capataz de las rocas canas de minerales,
equipado de hollín y de lodo escarlata.
Te diplomaron hornos, yunques y pedernales,
con el candil minero y la blanca alpargata.

Y tú, ya cuaternario y ausente de niveles,
harto de longitudes y de números fieles,
vivías la millonaria noche de las piritas.

Vaivoda de los gnomos, de albas barbas filadas,
jardineros del parque, azul, de estalactitas,
donde el agua idealiza sus flautas apagadas.