GLOSA

¡Oh ser que me das el ser,
toma este ser que me das,
que yo no quiero ser más,
que ser en quien es mi ser!
Puede, tal vez, engañada
la humana naturaleza,
tener por propia riqueza,
la que de ti es derivada.
Y entonces, precipitada,
engreírse más y más.
Tú, señor, que viendo estás
lo que mi engaño no advierte,
si con él he de ofenderte,
toma este ser que me das.
¡Ay mi Dios!, ¿sin ti qué fuera
este envanecido ser,
que sólo con tu querer
en nada se resolviera?
Cuando pienso en lo que era
y soy, temo lo que harás
conmigo, y al ver que estás
pronto a castigar mi error,
te entrego mi ser, Señor,
que yo no quiero ser más.