LAS HORAS MARCHITAS

Estábamos en aquel rincón del parque
cuando la tarde estalló.
Recuerdo que nos filtramos en la umbría
y que humedecimos nuestros cuerpos.
Luego erupcionó el deseo,
y con él el hálito que llaman amor.

Después asomaron un par de lunas,
convergiendo sobre los dos.

Triada de olas verdes,
de cristal plateado,
de unión candente.

Fuimos en nuestro rincón del parque,
cuando la tarde estalló.
Ahora todo es diferente:
jardín ajado, lunas y amor.