EL GORRIÓN Y LA GOLONDRINA
Vivo lejos de mi propia sombra,
quien decidió lastrar el ancla
y quedarse en aquel puerto:
Donde anida el eco,
donde descansa el tiempo,
donde dos días podrían bien ser uno,
donde compartían su monotonía
pía que pía día tras día
el gorrión y la golondrina,
en aquellos lentos amaneceres
de aquellas lentas mañanas
de Cádiz en mi ventana.
¿Qué estará pensando mi sombra en estos momentos?
¿Seguirá tan quieta junto a la ventana tal cual la dejé?
¿Habrá envejecido? ¿Me echará de menos?
[...]
Mi sombra vive lejos de mí,
porque decidí abandonarla,
porque no quise traerla arrastras,
porque así algo de mí aún sigue allí,
porque respeté su deseo de ser libre
y disfrutar de una vida sencilla...
¿Seguirá pía que pía el gorrión a la golondrina?
¿Seguirá declarándole su amor día tras día?
¿Seguirá siendo mi sombra testigo del inicio de la vida?
¡Bendita monotonía
de lentos amaneceres
de las lentas mañanas
de Cádiz en mi ventana!
Que ahora no me levanto de la cama,
para poder hablar con la sombra de mi amada,
quien se compara conmigo y me pregunta:
cual es ese camino del que dicen lleva al olvido,
aquel,
donde anida el eco,
donde descansa el tiempo,
y donde dos días, podrían bien ser uno.