MURO
A la esencia de tus calles, plazas, caminos;
la fuente y el castillo...


Yo iba hacia el abismo,
pero tú me paraste en tus pechos
y allí sorbí del aire.
Y me quedé desnudo
entre el día y la sombra
secando, la carrasca de tus montes,
todo mi cuerpo abierto.
Y se me abrió el amor,
pintando las paredes de mi casa de piedra
de la calle Real.
De ti ya conocía a los vecinos
y los campos de trigo y de barbecho,
y las granjas de pollos, parideras,
y tu paz y tus flores.
Buena gente, tu gente
y fiel a sus principios, aunque haya
un tizón que aventar en las candelas
que oscurecen lo blanco son sus ascuas.
Sendero de mi suerte eres, tú, Muro,
que ahuyentas las nieblas. Siendo yo
azul de los océanos y nieve del Moncayo.
Y mar abierta.