ESPERÁNDOTE
En este primero de agosto de dos mil cuatro,
el sol brota entre nubes y lluvias.
Y arrecia con toda su bravura
cuando las gaviotas se resguardan en las marismas.
Tú, brisa marina, tienes ancladas las barcas
en la Bahía del cielo, esperando a que amaine.
Para perfumarme de nuevo con tus caricias,
y que la espuma de tu cuerpo me embriague.
Te he visto morir de pena en las profundidades,
pero tus olas renacen de tus cenizas saladas.
Y te espero desnudo alrededor de una candela,
por ser más que un deseo y aún más que un te quiero.