EL SENTIR DE MI DESPERTAR
Son las ocho de la mañana en el horario de verano
y las persianas de mis ojos
se han abierto hoy más temprano que nunca.

No han cantado los gallos,
pero sí la campanilla de esperanza.

La hora, ha cambiado la madrugada
en este domingo de otoño
y, al despertar lentamente,
la primera imagen que me vino
fue la luz de tus pupilas.

He pasado una extraña noche
y no fue una cena copiosa.

Necesitaba una caricia,
tú me la diste con tu mirar
y temblaron ateridas mis sábanas.

Esa luz que llevo, es fuego,
entró en mi vida casualmente
y desearía que a partir de este momento
me iluminara, paseando por Baelo
o por los senderos que tu quieras.

Cuando escribo estos versos,
deseo que el teléfono suene,
para escuchar tu voz
y comprobar a través de tus palabras,
si has pasado buena noche
y si quieres ser mi amiga.