LAGO DE LOS ESPEJOS
Brillaba su silueta en el lago de los espejos
y, al encontrármela sentada en el árbol,
bebí, sorbo a sorbo, sus mareas y el aire,
mientras mis manos sangraban nadando.

Zarzal de brisa cristalina,
que baja, uno a uno, los peldaños,
subiéndolos, con cautela, paso a paso,
en el holocausto de mis aguas.

Manantial pedregoso de monasterios y ríos,
enredadera de mañanas y noches muertas.

Ventana de albahaca y blanco azabache,
suspiro desde dentro, callo y espero.