SENTÍ LA MUERTE
Sentí la muerte hace años,
y aún retumba en mis oídos su aullido,
en esos vestuarios solitarios de hielo.

Eras una sirena entre mis manos,
caliente como horno de tanatorio,
y fría como el congelador del cementerio.

Mi nueva sombra se iluminó de nuevo,
miré tu cara y te dejé en el olvido.