ELVIRIA
Tus brazos se extendieron con magia
y repicaban rajadas mis olas,
al retozar las lagrimas de tu calor,
acariciando los pétalos rosados
del jardín de mi cuerpo.

Sufrí escalofríos en los vaivenes de los péndulos,
al caminar descalzo por las espinas de tus rosales.

Veinte años de hollín y dos de verde esperanza,
entre humedades, risas, lamentos, días aguados
y noches ausentes.