LA MIEL DE TU CUERPO
Deseo que algún día vibren
las campanillas de la miel de tu cuerpo,
para que tu sangre fluya clara
como los riachuelos en primavera.

No mires hacia atrás, sino hacia delante,
porque la nube que hizo sombra en tu mente,
te traerás borrascas y temporales.

No te sientes culpable,
que la culpa daña a almas ilustres.
Y culpable fueron ellos,
los que te impusieron sus deseos.

No te excuses por desaparecer súbitamente,
porque debe ser fastidioso oír el timbre de tu casa
al entrar el ogro que calienta tus sábanas cada noche.

Vives para él, para ellos;
vives y caminas triste, desnuda, fría y muerta.
Pero vive para ti unos segundos del día,
y sueña en el atardecer de noches abiertas
con el príncipe sincero,
que algún día te hará la mujer más deseada.
Porque eres el sol de las penumbras,
que alumbras con el don de tu bondad
a jardines solitarios y corazones rotos.