Rondabas por mi dehesa y un día dijiste llegando a mi altura: —Su buen corazón, condesa, hará que muy pronto yo sea figura. Y ordené a mis mayorales conmovida por tu voz: —Apartarle dos erales que a este lo apadrino yo. Subistes a los carteles en un momento; el brillo de tus caireles son mi tormento. Madrina, por fuera jardín de rosas por dentro zarzal de espinas. Madrina, mi pena es de Dolorosa mas nadie me lo adivina. No saben de mi amargura pues tu locura sólo es el toro y a solas me bebo el llanto de tanto y tanto como te adoro. Madrina, madrina sin un lucero, madrina sin un "te quiero", la gente no se imagina que el hombre de mi corazón me llame sólo "madrina". Por culpa de una sonrisa que echaste a unos ojos que había en barrera un toro de mi divisa sembró de amapolas tu estampa torera. —Si se salva padre mío en silencio seguiré, yo en tus manos lo confío eres tú el del Gran Poder. De nuevo por las arenas viste de luces y yo mi caudal de pena lloro entre cruces. Madrina, por fuera jardín de rosas por dentro zarzal de espinas. Madrina, mi pena es de Dolorosa mas nadie me lo adivina. No saben de mi amargura pues tu locura sólo es el toro y a solas me bebo el llanto de tanto y tanto como te adoro. Madrina, madrina sin un lucero, madrina sin un te quiero, la gente no se imagina que el hombre de mi corazón me llame sólo "madrina".