SILVAS (A la rosa amarilla)
Quál suprema piedad, rosa divina,
De alta belleza transformó colores
En tu flor peregrina
Teñida del color de los amores?
Quando en tí floreció el aliento humano,
Sin duda fué soberbio, amante y necio,
Cuidado tuyo y llama,

Y tú descuido suyo y su desprecio:
Diste voces al ayre, fiel en vano.

¡ O triste, y quantas veces,
Y quántas ¡ ay! tu lengua enmudecieron
Lágrimas que copiosas la ciñeron!
Mas tal hubo deidad, que conmovida