LOS TRES MARRAJEROS
Por la subida del Nazareno,
caminan tres pescadores,
la sangre de las nubes traen
durmiendo sobre su redes.
Con el ceño entre alfileres,
en la tierra nadan los peces,
sin sombrero pero con gorro,
almas de hombres caballerosos.
En las entrañas de sus manos,
corren montañas y lagos,
tres pescadores venían
con sed de mujer y trago.
En la taberna del Pinacho,
retumban sobre la tarima tres marrajos,
entre el calor del coñac y el vino
las tres navajas están temblando.
Sin apenas hablar los suspiros,
descansan sobre la mesa tres botijos
en los vientres de sus canos bigotes
tres ríos fluyen, con el agua del Tinto.
Ráfagas de malas lenguas,
arrastran las miradas hacia el crucifijo,
en la madera las raíces del mar,
y por lanzas las navajas de sus hijos.
Manuel Ruiz Montilla, tabernero,
por parte de padre y abuelo,
sobre tu lengua has cavado una tumba,
por falsas oraciones y rezos.
Manuel Ruiz Montilla,
a esta ronda invita tu cuerpo,
por pintar de negro la falda de una madre,
desde ahora la tuya se llamara Consuelo.
Entraban y salían,
como el aire en su asfixiado pecho,
tres puñales en vid envueltos,
pintaban de carmín su reluciente suelo.
Ay Manuel Ruiz Montilla,
siempre vivo y ahora muerto,
a una madre no se nombra
si por hijo tiene un marinero.
Por la subida del nazareno,
bajan tres almas de marrajero,
un Aguado, un Hernández y un Garrobero
el camino visten de artes marineros.