LOS CUATRO GITANOS
A los pies de la hoguera
una gitana se viste en luna,
acicala su ronco canto
el alegre llanto de Andalucía.
Cuatro gitanos cabalgan,
cuatro puñales y una herida,
cuatro caballos muertos
bailan en la falda de la niña.
De esparto traen los sombreros,
de sangre la capa vestida,
por voz una navaja en llanto
y por destino su lira.
La cansada cal del cortijo
con sus pechos se endulza la vista,
¿En qué manta dormirá la niña
la pena que borda la verde espina?
Cuatro puñales se engalanan
en su plateado traje de hombría,
hieren y pulen sin descanso la brisa,
ríos de sangre por la cañada gritan.
De cuatro pájaros dorados,
sobre la arena grana tres cantes dormían,
de carmín con sus navajas pintan
a las sirenas andaluzas las mejillas.
A la sombra del viejo olivo
un beso homicida le roza el pelo,
entre las viejas parras trepan
tres suspiros flamencos.
Pinta la luna, gemido a gemido
sobre su piel la noche pura,
entre azahares y palomas
seis cuerdas gitanas mecen la cuna.
En el último claro de la tarde,
abrigado en sangre,
susurra a la rojiza luna:
-El día que florezca de tu vientre mi alma
cúbrela de sombrero oscuro
y de negra manta, que han muerto
tres gitanos en la cima de la montaña-.