NADA POR DECIR
Cuando nada me queda por decir,
mi vida es como un sorbo de nostalgia,
barrunto entre zarzales invenciones,
recorro laberintos insensatos

y aparto el musgo gris de mi arco iris,
que araña sin piedad y sin conciencia
los tristes surcos del discernimiento.
Y cuando el tiempo aquieta ya mi voz

y mis huesos se inundan de ceniza,
mi voluntad se escancia de vigores,
ya no queda lugar para el asombro.

Cuando nada me queda por decir,
se escapan mariposas de mis dedos
elevando su vuelo sin destino.