Me quiero navegable como el Tajo y que un hato de lucios o de tencas salten por mi vientre. En invierno quiero dar calor a una comarca y en verano arrancar el escalofrío de un niño. Me quiero navegable y que los barcos crujan en mis huesos y bailen las muchachas al compás de una orquesta, que los viejos pesquen en mi orilla y no falte al arenero su jornal, su vaso de alma. Me quiero navegable y ser por un momento reflejo de esos pájaros que cruzan volando el continente, nubes a quienes nada importa quedarse en el camino o deshacerse como uva en el lagar del cielo. Me quiero navegable y estar pasando a veces y cantar a mi modo canciones muy sencillas y tristes. Del cuaderno Jerruje (2005)