Cuando llegues procura no olvidar de dónde vienes, a quién debes tu viaje y a qué causa lo dedicas. Si decides quedarte, quédate y si partir, ahí tienes la nave. Ahora bien, cualquiera que sea tu decisión, el resto de tus días te sabrás equivocado y a la vista de esos muros tentados por el óxido, gustarás envanecerte en el Dorado que dejaste tantas veces escapar. Por eso, cuando llegues a la isla procura responder a qué timón te debes, qué viento te empuja, por qué, por qué viniste, acaso así te atrevas a salvar esa distancia entre fracaso y dignidad, entre el águila y la presa. De Interior con islas (2006)