VERSÍCULO DEL GÉNESIS

	Por las ventanas, por los ojos
	de cerraduras y raíces,
	por orificios y rendijas
	y por debajo de las puertas, 
	entra la noche.

	Entra la noche como un trueno
	por las rompientes de la vida,
	recorre salas de hospitales,
	habitaciones de prostíbulos, 
	templos, alcobas, celdas, chozos,
	y en los rincones de la boca 
	entra también la noche.

	Entra la noche como un bulto
 	de mar vacío y de caverna,
	se va esparciendo por los bordes
	del alcohol y del insomnio,
	lame las manos del enfermo
	y el corazón de los cautivos,
	y en la blancura de las páginas
	entra también la noche.

	Entra la noche como un vértigo
	por la ciudad desprevenida,
	rasga las sábanas más tristes,
	repta detrás de los cobardes,
	ciega la cal y los cuchillos
	y en el fragor de las palabras
	entra también la noche.

	Entra la noche como un grito
	entre el silencio de los muros,
	propaga espantos y vigilias,
	late en lo hondo de las piedras,
	abre sus últimos boquetes
	entre los cuerpos que se aman,
	y en el papel emborronado
	entra también la noche.