Junto al rito inmemorial de la presencia, el vacío íntimo. Junto a las sedes de las formas, el espliego invisible. Cuerpo de la gacela vibrando en el valioso eco de la nada, cuerpo de la gacela morando la trascendencia del desierto. Sopla el viento de la noche: nadie en el viento; nadie y brote hacia el fondo de su secreta epifanía. “Lugar de las gacelas”