Parece que dormitan, retorcidas, deformadas sus ramas por la tierra, traspasadas de sol, en viejos campos que en épocas remotas, por septiembre, fueron la vid primera en la memoria. Parece que dormitan, sin embargo, crecen y crecen tierra abajo, afianzando la acechanza continua de un olvido. Fantasma de la noche en que la luna su mirada desgarra. Parece que dormitan, y no alcanzan sus toscas ramas por el medio día; y la vista reposa en cada hoja. Más traslúcidas –perlas verderonas-, ya se asoman prudentes por el sueño. Parece que dormitan, hasta estallan, refulgen, aparecen, regresan del verano, y a pesar del silencio de la tarde, reclaman y reprochan el olvido de saberse doradas, licuadas…bendecidas.