Mi madre me echó al mundo sin cabeza. Era informe e impreciso, sin detalles como una larva. Como pude me abrí paso entre los hombres. Crecí comiendo del polvo, del corazón de las hienas. Convertí mi economía en tiempo y leí algo útil. Abusé de amigos y buenos hombres, formé parte de una peculiar forma de vivir: no desviarse de ciertas ideas universales y de alguna íntima y modesta. He querido, sin embargo, decir algo más de que lo que represento: despejar el conformismo de la vida, porqué morirse, pongamos, empeñándose en lo contrario. De ahí esta carne destilando aquí mismo, sobre estas líneas, un deseo constante y carente de motivos, un afán obsesivo de que no me repliquen después de morirme. Poema cecido por el autor para www.poetasandaluces.com