PLEGARIA
Te busco en todas mis auroras y crepúsculos
extiendo hacia ti mis manos y mi faz.
Hacia ti clamo con el corazón sediento
como el mendigo que pide junto a mi puerta y mi umbral.
Las alturas no pueden servirte de morada.
Tú resides dentro de mí.
Yo, en verdad, escondo en mi corazón tu glorioso nombre.
mientras mi amor por ti rebosa hasta traspasar mi boca
Por eso ensalzaré yo el nombre del Señor
mientras el aliento de Dios esté en mí, vivo.
Tú me creaste no por necesidad sino por gracia,
no por necesidad sino solo por amor.
Antes de que existiera, me demostraste compasión
al infundir el espíritu en mí y darme vida
y después de que salí a la luz y al aire
no me abandonaste sino más bien, como padre cariñoso, me vigilaste.
Yo era un bebé lactante, y Tú me amamantaste< br>
y me pusiste al pecho de mi madre.
Me llenaste con las delicias de la infancia y
cuando fui lo suficientemente fuerte para levantarme
me ayudaste a ponerme de pie.
Me tomaste en Tus brazos y me enseñaste a caminar
y me diste sabiduría y pautas de rectitud.