Unos molinos de viento me salieron al camino. Tierra de hidalgo y pollino, donde narró aquel evento el escritor más divino. En el pueblo las campanas, -y en el campanario un nido- repicando en las mañanas a las horas más tempranas doblando alegre el tañido. Las aspas girando al viento van formando remolino; y en su lento movimiento llegas al convencimiento de ver gigante al molino. Sol que traspasa el ambiente, tono en blanco y amarillo, sin nube que le haga frente ni aire que desaliente, o niebla que quite brillo. Con aspas y aves al viento, es tierra de pan y vino posada y alojamiento, para el que emprende camino en busca de un aposento.