Parecía que estaba allí olvidado con los brazos clavados en la cruz, diez faroles alumbran con su luz a este Cristo Jesús crucificado. Y al mirarlo, sentí dentro... ¡Muy dentro! que sus ojos de mármol y de amores, infundían sosiego a mis temores con la paz y el silencio del encuentro. Entre velas que estaban derretidas, y vasitos con flores a los pies, no se cierran ni sangran sus heridas ni es tan sólo una estatua lo que ves. Que le cuentas las penas que has tenido y escuchando demuestra su interés, más tranquila; si luego ya te has ido... No lo olvidas estés tu donde estés.