GUITARRA...


Yo te escucho mi guitarra, entre son de unos cantares 
que agoniza en el desgarro del autor que llora mares. 
Instrumento hecho de cedro con sonido en armonía 
de ese duende que se alegra o se rompe en un lamento, 
si acompaña en una juerga, o te llora un sufrimiento, 
cada vez que te interpretan como Andrés Segovia hacía. 

Yo te escucho mi guitarra al albor de un nuevo día 
si acompañas con tu ritmo en los temas de alegría. 
Sólo tú, es quien trasmite -y al hacerlo es que me encanta-
ese embrujo de la gracia que en sus dedos se desgrana 
con las notas que en silencio el artista te derrama, 
acompañando las coplas ¡A la sombra de quien canta! 

Yo te escucho mi guitarra cuando tengo mis pesares 
añorando a esa tierra, donde ya dejé mis lares. 
Tu lenguaje es el sentido: ¡El rasgueo y el lamento!, 
¡es la fuerza de la nota! Tienes cuerdas de garganta 
que vibrando ese momento; compañera del que canta,
nos parece que lo hubiese interpretado, un sentimiento.