Chorrea la gitanilla por la cal de las paredes que tiene tía Mercedes en su patio de Sevilla. La parra viene atrapando con hojas rayos de sol, y alguno se va escapando provocando el tornasol; mientras flores de azahar prendidas del limonero perfuman un costurero donde suele tricotar, su alfeizar en la ventana luce alegre los "caireles" con el verde en la persiana y el rojo de los claveles. Se va meciendo en el aire un visillo desteñido al fino encaje cosido con la gracia y el donaire, de la frágil buganvilla que adorna su enredadera cubriendo una barandilla que sube por la escalera; y en un recodo se ve, el crucifijo, la mesa, y un servicio de café en porcelana francesa. ¡Ay que alegre y que castizo lucia desde el portal tras la reja del umbral ese alegre pasadizo! Sonaba la campanilla cuando se abría su reja, y de forma tan sencilla avisa... Pero te deja pasar sin ningún temor por esa cancela abierta, llegando hasta el interior con sólo empujar la puerta. Chorrean las gitanillas por la cal de las paredes de un patio que hay en Sevilla, en casa de tía Mercedes.