En la tarde dorada de abril, la algarabía de os pájaros locos empavesa el momento, y los niños, jugando, flamean su gritería de colores, lo mismo que banderas al viento. Entre mis manos tengo un trozo de pan blando que me ha dado mi madre. Tomás está conmigo, y el pobre me contempla con unos ojos cuando ve que me como el pan... Es un niño mendigo amigo de los niños ricos; pálida aurora de un risueño dolor que así mismo se ignora. El nunca pide nada: toma lo que le dan... La tarde es áurea fiesta de pájaros y flores, y en el ocaso, trémulo de gritos de colores, Tomás, el niño pobre, se ha comido mi pan...