40 Y DÉCIMAS (Reivindicación del dolor físico)

¡Paso al dolor! No ese dolor ambiguo,
de la amada, la flor, y el viento blando,
sino el dolor con que yo me santiguo,
mis ¡cómos! y ¡porqués!, desorbitado.
Este dolor que mis huesos taladra,
perfecto, triangular, Dios en cadena,
rabioso can que enfurecido ladra
al mentido fantasma de la pena.
Dolor de sangre para el mundo encinta;
no el que pintados ojo y labio alcanza
y en su cubil ignora la pantera.
El del dogal, el de la negra cinta,
torvo de fe y amargo de esperanza,
¡sin bergantín para la mar ligera!