Rodín, tú, modelándote a ti mismo; pensamiento y acción desorbitados, cuando ves en el cielo de tu abismo tus luceros brillar, enajenados. Entre laureles, tu panal de amores labras como una abeja laboriosa... Y hay un loco trinar de ruiseñores dando guardia melódica a tu rosa. Vuelas como las águilas caudales y como las alondras, y es tu acento de trinos y de pausas siderales... ¡Flecha indecisa que en el ancho viento, perdida entre los Puntos Cardinales, no halla el “blanco” final de su momento!