LA TRASFIGURACIÓN
 Siento tu cuerpo entero junto al mío; 
tu carne 
                es 
                        como un ascua, 
fresca e imprescindible 
que está fluyendo hacia 
mi cuerpo, por un puente 
de miel lenta y silábica. 
Hay un solo momento en que se junta 
el cuerpo con el alma, 
y se sienten recíprocos, 
                                                 y viven 
su trasfiguración, 
                                   y se adelantan 
el uno al otro en una misma entrega, 
desde su mismo origen deseada. 
Siento tus labios en mis labios, siento 
tu piel desnuda y ávida, 
y siento, 
                ¡al fin! 
                             esa frescura súbita 

como una llamarada 
de eternidad, en que la carne deja 
de serlo y se desata, 
se dispersa en el vuelo, 
                                                 y va cayendo 
en la tierra sonámbula 
de tu cuerpo que cede interminable- 
mente cediendo, 
                                  hasta 
que el vuelo acaba y ya la carne queda 
quieta, milagreada, 
y me devuelve al cuerpo, 
                                                      y todo ha sido 
un pasmo, un rebrillar y luego nada.