Abril, porque siento, creo, pon calma en los ojos míos, ¿los montes, mares y ríos, qué son sino devaneo?; mirando la nieve veo memoria de tu hermosura, y cuando vi en su blancura tu inmediata eternidad, ¿fuiste si no claridad, temblor, paciencia y dulzura? Tu leve paso indolente deja en mis ojos su aroma, los ojos en donde toma revelación permanente; bienaventuradamente nacieron para el olvido, tu piel de asombro encendido, tus ojos de limpio viento, y esta ternura que siento «herido de amor huido». Los sitios donde has estado en la memoria los llevo sólo para ver de nuevo el rastro que allí has dejado; la tierra que tú has pisado vuelvo a pisar; nada soy más que este sueño en que voy desde tu ausencia a la nada. me hizo vivir tu mirada: fiel al tránsito aquí estoy.