ENCUENTRO EN LA OSCURIDAD

El canto matemático del grillo
pone un reloj de ausencias en la estancia	
mientras la noche acorta la distancia		
recogiendo caminos en su ovillo.		

Grita en la cesta el cráneo del membrillo	
desde la vanidad de su fragancia,		
sumando a mi ignorancia su ignorancia		
con un rebuzno triste y amarillo.		

No sé si el fruto o yo estamos despiertos,
pero sé que lo miro y que me mira;		
Yorik los dos en tiempos diferentes.		

Late en el grillo el pulso de los muertos	
cuando tomo el membrillo y —¿quién delira?—	
visto su calavera con mis dientes.