A MANUEL NÚÑEZ RODRÍGUEZ
In memoriam


A muerto; la campana toca a muerto.
Ha muerto con la tarde y sin billete
de vuelta. Beberá pronto del Lete
cubierto de serrín y pez, cubierto.

Navega el ataúd destino a un puerto
de sombras, carne muerta en el grumete;
golpea hacia el vacío triste ariete,
golpea hacia la nada, en el desierto.

La vida en su destino es el destierro
salvaje, culminado cual si fuera
un baile de relojes el entierro.

Callado funeral de nieve y cera,
qué golpe de azahar, de flor y hierro
morir naciendo ya la primavera.




Dejado de la mano de la Ira
aquí me ves, perfecto abandonado,
mascando soledad y deshojado,
temblando ante el otoño que me mira.

De nuevo la tristeza me suspira
puñales al oído, y a mi lado
un baile de esqueletos ha empezado
a armar los fundamentos de mi pira.

Oh, tiempo, soledad, vacío, muerte
proclaman sin cesar la danza eterna
de arena en los relojes, negra suerte.

Postrado de huracán y de galerna
aquí me ves dormido, frío, inerte,
soñando que la aurora en mí se cierna.




Levanta el sol su luz de blanca cuna,
y joven, de la aurora va surgiendo
lozano y a las sombras persiguiendo,
atado con el día a la Fortuna.

Las horas, lentamente, una a una,
ansioso hacia el cenit va consumiendo.
Las puertas del ocaso resistiendo
le esperan tras el monte en tumba bruna.

Si larga la mañana, lenta y verde,
¡qué presto el declinar hacia la sierra!
Si alegre fue subir, ¡cómo ahora muerde

del tiempo el corazón! La luz se aferra
al último rincón y al fin se pierde
lo mismo que el humano hacia la tierra



Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;...

                                 (J. R. JIMENEZ)

¿Adónde van los sueños, la sonrisa,
adónde la ilusión, dónde los años,
adónde la pasión, la voz, los caños
de luz y de color van tan deprisa?

¿Por qué la ola abrupta se hace lisa
y empiezo ya a contarme los peldaños
del tiempo y desempolvo los antaños
que ordeno como un viejo en la repisa?

Agarro con la voz y con los dientes,
agarro como un loco agonizando
los prados de mi tiempo y las corrientes.

Cualquiera que me oiga: estoy bramando;
mañana seré polvo entre vivientes.
Se quedarán los pájaros cantando.




La tarde, mitad fuego, mitad cera,
transforma el carnaval que suena dentro
en huero funeral. Varado entro
al laberinto atroz de mi quimera.

Florecen amapolas a mi vera,
de sangre la color, de luto el centro.
En todo el derredor, cegado, encuentro
señales de ebullente primavera.

¿Y qué es, si no, la vida silenciosa?:
constante primavera que inventamos
huyendo del otoño que prorroga

la horca disfrazada y sentenciosa
que acecha a nuestro cuello. Recelamos
la firme meretriz, postrera soga.




Disfruta, sí, los zumos de Sileno,
la miel sabrosa y dulce de Aristeo,
no duermas mientras dure el apogeo
de címbalos y flautas sobre el heno.

Oh, goza de la ménade su seno,
da mano, sí, ¡evohé!, libre al deseo,
que el vino, ciegas aguas del Leteo,
arrastren la conciencia al negro cieno.

Oh, bebe de la vid gozosa fuente,
oh, liba sin cesar del vientre nuevo,
oh, brinca con la ninfa en la corriente.

Y piensa que si hoy eres efebo,
los días pasarán severamente;
mañana dormirás en el Erebo.




Si el hombre es soledad, carne y cadenas
atadas a peñascos de la tierra,
si libra sin cesar perpetua guerra
con ansias y temor a manos llenas.

Si son sus sueños cantos de sirenas
que llaman al lugar que siempre yerra
y al fin de tanto errar sus ojos cierra
cumpliendo la más ruin de las condenas.

Si es tiempo lo que mide su existencia
fugaz, etérea, apenas perceptible,
desde el primer sollozo en decadencia.

Si al polvo tornará toda su esencia,
a qué temer la Dama Imprevisible
si no es más que el final de la advertencia
A MANUEL NÚÑEZ RODRÍGUEZ , Poetas Andaluces en www.poetasandaluces.com