UNO (Fragmento)
Volverás en verano
y encalaremos juntos la fachada del tiempo
(Aurelio González Ovies)
Ha bajado la noche a las moreras
y a las piedras regadas de la calle,
ha bajado la noche calurosa
con su paño de añil oscuro y grande.
Noche plena de grillos y naranjos,
noche clara de estrellas y azahares,
embrocada en los muros de los patios
cada estío que anima los portales.
Noche alta. Dibujos de la infancia
guardados en los pliegues de la tarde.
Los veranos en el pueblo
tienen color de amapola
y el aroma del enebro.
Cartago, Roma y Atenas,
lecciones en la ventana,
madreselva y yerbabuena.
El verderón en la jaula,
el pozo, brocal y soga,
el pozo, frescor de agua.
Ese olor a melón que endulzaba la casa
en las tardes de agosto, en las siestas calladas,
era un sueño ovalado, era mudo fantasma
que llenaba alacenas, las alcobas, la nada.
En aquella penumbra silenciosa escuchaba
las palomas del patio, los rumores del agua
y un sonido redondo de costura en la sala.
Ese olor a melón aún me anida en el alma.
El escalón de mi puerta
es de mármol. En verano,
rompiendo la siesta, pasa
el carro de los helados.
Luz de leche en las paredes,
luz de cobre en los navazos,
luz de azufre derramaba
el sol sobre los tejados.
Barquillo dulce. La tarde
tiene postigos cerrados
y un silencio caluroso,
un olor tibio y callado.
El escalón de mi puerta
es de mármol.
En verano
oigo la flauta dormida
del afilador lejano.