ASÍ LA MUERTE
Pronto, pronto, muy pronto ya,
la interior estrella de mi inverso viaje
vencerá felizmente el imán que hoy la aprieta:
¡Qué amanecer más dulce sobre el olor del pino!
¡Qué navegar sin sienes en la piel del relámpago!
Náufrago o vagabundo
bajaré en mi destino,
a ese profundo mar parado
donde flotando quieto
entre calientes tierras me consuma y me entregue.

Ahogado del gemido,
volándome hacia adentro:
¡por qué infinita cueva volveré a ser escombro!
Sí, el escombro, las fuentes,
las misteriosas fuerzas que dos espinas juntan,
el gas que sin angustia ni dolor se dilata,
la diminuta oruga que prueba los calores,
el lienzo destejido,
la arcilla, el hierro, el cáñamo fecundo.

Y el papel,
el olvido de más dolientes hombres,
la aguja en que llovían,
el pesaroso estambre que hirieron en sus luchas,
su muerta luz,
sus ríos,
la forma o la memoria que volaron sus aves...

Visitador constante de la eterna dolencia
allí junto a la piedra que sin ser ala ríe
como el agua y la llama siendo por ser sin límites:
-¡Oh feliz persistencia de mi cuerpo en el mundo!-:
entrar, volver de nuevo, estar continuo en su presente.

Aunque... ¿adónde? ¿hacia dónde? ¿hacia dentro? ¿hacia
fuera? ¿hacia siempre? ¿hacia nunca?...
Vivir: perenne instancia de mi amor o la luna
para dorar tan sólo un halo en cada viento.